viernes, 12 de octubre de 2012

...y el cielo se enamoro de una sierra extrema




El cielo ama la sierra, y baja en forma de nubes espesas que la rozan y acarician, meciéndola con un aire que la hace enloquecer....






déjame sentirte, mientras cierro los ojos y me balanceo contigo...
poderosa con una parte de ella en la mano.







Un pájaro...


Un pájaro canta sobre un alambre
Esta vida sencilla, a flor de tierra.
Eso le alegra a nuestro infierno.

Después el viento empieza a sufrir
Y las estrellas se dan cuenta.

¡Ay locas, por qué recorréis
Tanta fatalidad profunda!

René Char








Hay una parte de sierra extrema, sierra en la que se criaron mis antepasados, donde nació mi padre y seguramente también el suyo. Es un trozo te tierra muy importante para mi. El sitio donde más me gusta ver suelto a mi padre, y digo bien, suelto, porque se transforma en un cachorro de lobo hambriento de curiosidad y energía salvaje.








El cielo es algo maravilloso, pero cuando llega el otoño, se magnifica, porque las nubes lo envuelven dándole mil formas, colores, texturas y por supuesto sensaciones. Quién no siente deseos de comer algodón de azúcar mirando el cielo alguna vez, quién no siente miedo cuando ve que empieza a oscurecer y parece que va a caer sobre nosotros. Nos produce el deseo de meternos en casa, abrir bien las ventanas para recoger hasta el último rayo de sol, y da lo mismo que se manchen los cristales, yo quiero ver como caen las gotas sobre ellos.









En este pedazo de tierra extrema, una tormenta no es cosa de niños, dan miedo de verdad, y el cielo manda, tanto si no deja esconderse al sol, no puedes soportar el calor, como si oscurece.
Una tormenta aquí...es mejor no pasarla o te la puedes plantear como un reto personal, porque puede ser uno de los retos de esta sierra extrema.













Puedes ver el cielo entre las rocas....











...la naturaleza hizo esto, ¿cómo? no lo se, así visto sorprende, pero cuando estas delante y ves el tamaño, más aún. De pequeños cazaban lagartos enormes que se metían entre las rajas, y se los comían como un manjar delicioso. A mi ahora me parece una barbaridad, pero para ellos era sobrevivir o morir, comer carne era un lujo.
 Mi padre ahora aborrece los chíchares.












Los árboles con sus tímidas posturas empiezan a quedarse desnudos, sus hojas aterciopeladas y tiesas crujen bajo nuestros pies, adoro ese sonido, adoro coquetear con ellas, lanzarlas y dejarme absorber como en unas tierras movedizas.










Las rocas miran las nubes, emocionadas, quieren que acaben su coqueteo y que por fin caiga sobre ellas un buen chaparrón para que las limpien un poco, cansadas y secas de pasar un duro verano por estas tierra extremas.










¿Como puedes hacer feliz a un niño? Fácil pregunta, fácil respuesta. Déjale que corra, que salte, que suba, que baje, que juegue con las hojas, que mire al cielo asombrado de tan magnífico espectáculo, que descubra que nube trae agua, y si puede ser que se moje un poquino con ella.

¿Cómo puedes hacer más feliz a mi padre?

¿Conclusión?






¡Ha de vivir!

Esta tierra no es sino un voto del espíritu,
un antisepulcro.


En mi tierra, las tiernas pruebas de la primavera y los pájaros
mal vestidos son más estimados que los fines lejanos.

La verdad aguarda a la aurora junto a un a vela. No nos cuida-
mos del cristal de la ventana: qué le importa al atento.

En mi tierra no se interroga a un hombre emocionado.

Sobre la barca zozobrada no hay sombra maligna.

Los buenos días a medias: eso no se conoce en mi tierra.

No se pide en préstamo más que lo que puede devolverse au-
mentado.

Hay hojas, muchas hojas en los árboles de mi tierra. Y las ra-
mas son libres si no quieren dar fruto.

No creemos en la buena fe del vencedor.

En mi tierra se sabe agradecer.

René Char










Súbete a una roca, si puede ser bien alta, mira el espectáculo y dime si tu no te siestas el rey de la sierra,   si hay nubes... mas, si hace aire... mas, si ves mucho horizonte... mas, y si cierras los ojos y te mantienes en silencio un ratito... mucho mas todavía.








Bajo este tejado, se formo mi historia, una historia llena de superación, de alegría, de miedos, de derrotas, de nobleza, de apreciación hacia lo cotidiano, de feminismo, de trueques, de machismos no escondidos, de música y de muchas ganas de seguir viviendo.










¿Por qué cuando llueve se dice que llora el cielo?
Para mi es su don de dar la vida, como un parto.







¿Por qué envuelven los castaños sus frutos con esos pinchos?
¿Será quizás porque son tesoros?







¿Por que las chumberas son tan grandes, tan generosas y a la vez tan desconfiadas?
¿Será porque una de sus virtudes es el aguante a las situaciones extremas?
Yo quiero ser como una chumbera.







No se quien dijo que Extremadura era árida, pero desde luego nunca estuvo aquí.
Mirar que vegetación y después de pasar el verano, un verano especialmente duro por la falta de agua.
El cielo es generoso.











Adoro estos tonos, la mezcla de colores extendida sobre las hojas, haciendo pruebas cromáticas, jugando a pintar y componer en su último momento de vida.











Diseño artesanal, ondas, formas abstractas, se alargan orgullosas y sobresalen por encima espigadas, altivas, demostrando su belleza.










No hay un final,
 solo otro principio,
disfruta.








Deja que el tiempo pase entre tus dedos, manchándote las manos de experiencias maravillosas que te hacen único.
Sobrevive.








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