domingo, 26 de agosto de 2012

VIAJE AL CENTRO DE LISBOA




Lisbon revisited (1926)

.......
Otra vez vuelvo a verte,
ciudad de mi infancia pavorosamente perdida...
Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí...
¿Yo? Pero, ¿soy yo el mismos que aquí viví, y aquí volví,
y aquí volví a volver y volver,
a aquí de nuevo he vuelto a volver?
¿O todos los Yo que aquí estuve o estuvieron somos
una serie de cuentas-entes ensartadas en un hilo-memoria,
una serie de sueños de mí por alguien que está fuera de mí?

Otra vez vuelvo a verte
con el corazón más lejano, el alma menos mía.
.....
Fernando Pessoa

Para empezar este viaje al centro de Lisboa, nadie mejor para agarrarnos de su brazo, que Fernando Pessoa. Antes de conocerte, me encontré con el, y me enseño tantas cosas de ti, que nunca fuiste una desconocida.

Dentro de mi alma hay una portuguesa, el padre de mi madre lo era, Domingo Perez, aunque el siempre vivió en España.




Esta es una de las fotografías que aun conservo de el, y creo que viéndola, ya no necesita que os diga nada más, lleva toda su esencia en su sonrisa, su mirada, ese cigarro en la mano, esas manos enormes con las que me cogía y me subía sobre el, me sentía protegida, alegre, despreocupada, segura de estar en mi sitio, a su lado... todavía hoy le echo de menos. Este post va por ti!!




Para ser grande, sé entero. Nada.
....
Para ser grande, sé entero. Nada
Tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
En lo mínimo que hagas.
Así en cada lago la luna entera
Brilla, porque alta vive.
....

Hay veces que tienes una necesidad,  las dejamos arrastrar durante años, y de repente un día, sin control, decides llevarla a cabo, porque sabes que ya ha llegado el momento.
Siempre me ha pasado eso con Lisboa, vivo solo a tres horas en coche, pero nunca aparecía la oportunidad. Todos los años decía este año toca, y al final, nada.

Sucedió y sin dudarlo, montamos en el coche y nos dejamos llevar...






PRIMER DÍA EN LISBOA


Nos alojamos en el Hotel Almirante, lo encontramos facilmente, porque estaba en la avenida por la que entramos y lleva su mismo nombre. Nos hicieron esperar mucho tiempo, porque estaban preparando la habitación, ósea que dejamos todas las maletas en el coche, no podíamos perder ni un segundo, había tantas cosas por ver, que la espera paso a ser una huída en toda regla. No regresamos al hotel hasta las once de la noche, reventados, eso si.

Muy cerca había una boca de metro, Ajos, pero decidimos ir andando, llevábamos un buen rato en el coche y nos apetecía caminar.
 La verdad es que cuando vas recorriendo esa avenida, al principio es un poco raro, nuestra sensación fue rara, era como si hubiéramos retrocedido en el tiempo, los escaparates de las tiendas, la ropa de la gente, el olor a pis en las calles, hombres mendigando tirados por las aceras...eso si, cuando subías la mirada encontrabas una fachadas poderosas, llenas de azulejos de colores y arquitectura impresionante. Cuando la bajabas y mirabas el suelo... son preciosos. Todos adoquinados con mármol, formando dibujos preciosos por cualquier rincón.....





Este puesto de fruta tan maravilloso, estaba en el camino desde el hotel hacia la Baixa, es increíble, siempre están llenos  y la gente no para de comprar, te los encuentras en cualquier esquina, de frutas, helados y refrescos...







Poco a poco nos fuimos adentrando en el corazón de Lisboa, La Baixa, llena de plazas, de tranvías preciosos que comparten sus movimientos con los coches y los turistas, como en un baile perfectamente sincronizado. Lleno de pastelerías, bares y tiendas con locales espectaculares.



 


Un helado a media mañana, en un puesto de la calle, de esos de carrito, sientan genial.




Recorrimos las calles de La Baixa, paralelas y enlazada por sus plazas, Plaza da Figueira y la Plaza do Rossio, cada esquina te sorprende con algo nuevo, tiendas con escaparates antiquísimos y llenas de recuerdos, memorias y nostalgias, perfumerías de botecitos pequeños que no son franquicias impersonales y aburridas. sombrererías, mercerías repletas en la que ya no entra ni una aguja de coser.
También hay tiendas de las de todas las ciudades, pero todas en espectaculares casas llenas de historia.
Bares, muchos bares y restaurantes. Y de repente, entre una de esas calles se muestra soberbio el elevador de Santa Justa. Cuando lo vimos estaba en obras, un lateral lleno de andamios, pero aun y todo es precioso, de color grisáceo y deslumbrante, como aprisionado entre dos edificios, y siempre plagado de gente esperando para disfrutar de sus vistas. Fue diseñado por un estudiante de Eiffel.






Todos esa calles van hacia la Praça do Comércio, donde tímida se muestra la ciudad hacia un mar inalcanzable.





 Esta es la estatua que se encuentra en el centro de la plaza, una plaza grande, rodeada de restaurante que nada tienen que ver con la comida portuguesa, heladerías y bares muy chic.
En frente se encuentra el mar, al que todo el mundo admira sentado en unas escalinatas, relajados, descalzos y dejando mover sus pelos al viento que corre fresco y agradable. Solo te puedes mojar los pies y las olas asustadas marcan su territorio haciéndote retroceder.
Comimos en un restaurante justo al cruzar la calle, entre unos arcos enormes, y unas farolas que colgaban del techo preciosas. Comida típica portuguesa, que nos costó encontrar. Me encanta la comida portuguesa, bueno y la comida en general, pero la portuguesa conserva una esencia, y tiene unos sabores que me resultan muy agradables.






Estos son, según mi experiencia, los platos que no pueden faltar en una buena mesa a la portuguesa. El arroz caldoso con marisco, delicioso y siempre abundante. El filete de ternera con una salsa, que esta para gastar todos los bollitos de pan que os atreváis a pedirle al camarero. El bacalao a la dorada,  totalmente imprescindible, para mi sin aceitunas. Y que decir de las sardinas asadas, exquisitas, lo malo es luego el olor en los dedos, pero merece la pena. Esto no lo comimos todo el mismo día, hubiera sido demasiado, la primera comida fue el filete y el arroz caldoso. En este maravilloso restaurante.






La carta te daba ganas de pedirlo todo, la pronunciación en portugués es tan bonita.









Después de comer, fuimos dar un paseo en uno de los tranvías antiguos, son increíbles, me encantan, es como ir montado en una atracción de feria pero por la ciudad. Parecen delicados, pero son fuerte y seguros, los manejan con una maestría impresionante. Muchas veces van tan llenos, que no puedes ni moverte. El que recorre toda la parte antigua y te lleva por las mejores calles el el numero 28. Van llenos de turistas, que miran por las ventanas admirando cada una de las calles, cuestas, fachadas, y a la vez llenos de lisboetas que contemplan a los turistas, y disfrutan viendo como todo te sorprende.
Nadie me había dicho que cuando coges un tranvía, por ejemplo el 28, te lleva hasta un punto, te dice el conductor que para abajo, que se acabo el trayecto, y luego si quieres, tienes que enlazar con el siguiente para seguir con el recorrido. No pasa nada si tienes el bono, que te vale para todo el día y todos los tranvías, pero si no lo tienes, hay de ti, tienes que volver a pagar el billete. Nosotros no lo sabíamos, y nos salió más caro el paseo en tranvía que el bono del día entero. Bueno, seguro que para la próxima no nos pasa.

Nada mejor que un buen helado para merendar, y en la plaza do Comercio, que fue donde nos dejo el tranvía, nos derretimos frente a estos helados de chocolate.






Volvimos a las calles de la Baixa y fuimos andando por una de ella, dejándonos perder un poco, me encanta perderme un poco, con una guía en la mano. Era una calle llena de tiendas de lujo, coches carísimos y guardaespaldas y de repente cruzamos una calle y encontramos calles con casas medio derruidas, muchísimos anticuarios de chinos, con cosas preciosas, y bastante baratas, minibares como abitaciones, y ceras tan estrechas que no podíamos ni andar por ellas con la sillita de Matías.






A mi, como podeis ver, me encantan estas casa, por eso las fotografío, y no la zona de lujo, me gustan estas, pero a la vez no me gusta que estén tan abandonadas, me da mucha pena,  es como si gritaran, cuídame, por favor!!.
Me encantó perdernos por esa zona. Y como siempre, en Lisboa de repente llegamos a una zona súper turística, donde estaba todo lleno de restaurantes de todos tipo, a los dos lados de la calle, y según vas pasando, los camareros te llaman y te conquistan para que comas en el suyo. Debe ser un trabajo agotador, porque para nosotros lo era y solo íbamos de paso. Todos muy agradables, con un aspecto impecable y muy persuasores, uno de ellos, nos dijo que era muy difícil captar clientes, se llevan muchos desplantes y malas caras, pero son increíbles, hablan un montón de idiomas y pasan muchas horas en la calle con las cartas en la mano.
Allí cenamos pizza, en un italiano. Leonor siempre quiere comer pizza, por que será...
De allí nos fuimos directamente a la cama, dando un estupendo paseo de vuelta al hotel, y con muchas ganas de descansar y de que llegara el día siguiente.



SEGUNDO DÍA EN LISBOA



Todas la cartas de amor son.


Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También en mi tiempo y escribí cartas de a ñor,
como las demás
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin,
sólo las criaturas que nunca escribieron
cartas de amor
son las que son
ridícula.

Ojalá volviera al tiempos en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy
son mis recuerdos
de esas cartas de amor
los que son
ridículos.

(Todas la palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.)



A la mañana siguiente, nos levantamos con muchas ganas de echarnos a la calle, y así lo hicimos, a las diez ya estábamos todos camino de otra maravillosa aventura. Objetivo, conocer la tan famosa Feria La Ladra, el barrio de La Alfama, y por la tarde a comer unos pasteles a Belém.

Encontrar la Feria La Ladra, fue sin duda una tarea fácil y de las mejores que he tenido, una pena, que no llevara más dinero y no tener mucha más fuerzas para llevar  mas bolsas.
Que puedes encontrar allí, TODO, y cuando digo todo es TODO. Desde zapatos, hasta papel higiénico, libros de segunda mano, cámaras de fotos MARAVILLOSAS!!!, sellos de colección, juguetes de segunda mano, chapas ochenteras, bueno, lo dicho, de todo.






Estas escaleras, y muchas más hay que subir para llegar a la Feria La Ladra, menos mal que nos ayudó un chico muy majo, a subir a Matías con la silla, sino todavía estábamos allí subiendo.





Pero eso si os digo, preparaos para regatear, porque en cuanto ven que eres de fuera, te piden una barbaridad por cualquier cosa. 
Nosotros compramos, un reloj de segunda mano de pulsera, una colección de unas cien postales antiguas escritas, y un montón se cartas con unos sobres preciosos, unos coches antiguos de hierro para Matías, unas chapas y unos colgantes...

Al salir de la feria descubrimos una iglesia preciosa, llamada San Vicente. Iluminada por un sol y una luz increíbles.





Por la entrada había un jardín con un estanque de peces, si hubiéramos dejados a Matías se hubiera metido de cabeza, a coger todos los peces.






El siguiente paso, el Castillo Säo Jorge, recorrimos toda su muralla, compramos fruta por el camino, toda la ciudad está plagada de fruterías maravillosas. Las vistas desde allí espectaculares y encontramos un taller de cerámica precioso, estaban trabajando y muertas de la vergüenza, porque la gente les sacaba fotos y curioseaban sin parar. Pero no me extraña, porque era un taller divino.






Desde una ventana se oían voces e intentamos pasar rápido, una discusión domestica, hico que aceleráramos, pero no durante mucho rato porque las fachadas de las casas eran tan bonitas, que no podías dejarlas pasar.






El color azul de las casas, el aroma de las calles, los suelos, las escaleras y las vistas hacen de este un barrio maravilloso, y para remate en un pequeño obrador vendían unos dulces caseros, que hicieron de ese momento una delicia sin precio.






De allí fuimos a parar a barrio de la Alfama, maravilloso un mirador desde el que descubrimos un horizonte que Matías nunca había visto, la inmensidad del mar, el asombro de lo lejano, inmenso precioso mar, el mar...la mar...








Decidme, sino es bonito, cada ventana, cada rincón, cada tejado, me gusta todo lo humano y lo natural, ese mar, enmarcando Lisboa.


Allí comimos en un restaurante pequeño, las sardinas asadas, bacalao a la dorada y por supuesto Leonor su filete de ternera con la salsa deliciosa.
Esta fachada estaba al lado del restaurante y me encanto, llena de flores, su ganchillo y su buzón de correio.








Entre la Travesa do Funil, y Rua Do Chao Da Feira, encontramos esta esquina de casa de cuento.








Y aprovechando las oleadas de turistas que recorren todas las calles, la gente hace tiendas en cualquier habitación de su casa, venden recuerdos, postales y pedazos de historias.








Después de comer, cogimos un tranvía que nos llevó a pasar la tarde a Belém.
Recorriendo un bonito paseo recto por la orilla del mar, en un tranvía esta vez moderno, llegamos a unos jardines enormes y muy bien cuidados.







La gente tumbada al sol, descasa a la sombra de los arboles y el frescor del césped impecable, solo las ramas de los arboles, han podido relevarse y asoman sus raíces moviendo los caminos que lo atraviesa.

Que ver en Belém,  el monumento padräo dos descobrimentos...







...y yo vi un beso....







La Torre de Belém, tiene más de 500 años, y es desde donde se cuida la entrada fluvial a la ciudad, El monasterio de los Gerónimos...otros muchos monumentos, recordando la maravilla del descubrimiento....el río Tajo inmenso camino al mar, dándole a todos nuestros movimientos una brisa encantadora...

...y yo vi una pastelería con una cola enorrrrrme en la puerta.....La Antigua Confeitaria de Belém, con sus deliciosos Patéis de Belém, dicen que venden alrededor de 20.000 al día, ¡Que locura! y están todos deliciosos...







....y entramos....y compramos....y antes de llegar de nuevo a la plaza do comercio apenas quedaban dos, que por la noche devoramos sentados en las camas del hotel, que delicia...si alguien va que me mande un paquetito...






Esta es una tienda de colecciones de sellos, hay muchas, son también estancos, tienen unas puertas impresionantes.





II
HORIZONTE

Ó mar anterior a nós, teus medos
Tinham coral e praias e arvoredos.
Desvendadas a noite e a cerraçäo,
As tormentas passadas e o mistério,
Abria em flor o Longe, e o Sul sidério
'Slendia sobre as naus da iniciaçäo.
....

Cuando viajas con niños, los días se te hacen muy cortos, no te da tiempo a hacer todo lo que tienes planeado, ni de entrar a todos los sitios... por no hacer colas enormes bajo el sol, porque hay que dar merienda, porque se hacen pipí y hay que buscar rápidamente un bar donde poder entrar, porque se quedan dormidos en la sillita y tienes que seguir paseando, porque sino se despiertan..pero disfrutas de otras cosas, de cuando miran a un mundo desconocido, y hacen preguntas súper interesantes, y ni tu misma sabes y tienes que informarte, de cuando te agarran de la mano porque se sienten rodeados de extraños y tu le miras y sonríen, de cuando prueban comidas nuevas y abren los ojos, saboreando y  diciendo con toda la boca llena, esto si que esta rico...








Probamos el famoso licor de ginjinha, maravilloso, solo un chupito para Roberto y yo, me encanto y compre unas botellas de regalo y para mi, para cocinar, utilizo muchos licores de todo tipo, les da un sabor diferente y especial a todos los platos, dulces y salados, probar ...Leonor y Matías también lo probaron, solo mojar los labios y ponían unas caras rarísimas, esta muy dulce, pero es fuerte, tiene 23º.

Después de este día tan agotador y maravilloso, nos fuimos hacia el hotel, como siempre dando un paseo, recorriendo las calles que cuando llega la noche empiezan a tomar otro color, otra temperatura, otro ambiente. En una plaza en frente del hotel Mundial, descubrimos un montón de casetas, en cada una de ellas daban comidas de todo tipo, china, africana, vegetariana, japonesa, mientras y DJ amenizaba todas las terrazas desde su puesto de mojitos. Fue uno de los mejores momentos de todo el viaje, Leonor se lanzo a bailar en medio de la plaza y Matías junto a ella, hacían una pareja de lo más profesional, y dulce, la gente les sacaba fotos, el DJ se sacaba jopos, y Leonor, inspiradas tras el día y las experiencias incluso pensó en pasar la gorra. Fue un momento inolvidable, de esos que se quedan grabados en la memoria para siempre. Os amo.







Bueno, estos pies después de estos dos días ya no dan más de si, espero que disfrutéis de esta entrada.
Todos los poemas que nos acompañan son de Fernando Pessoa.




Recomendaciones:






A sido el primer viaje para Matías, y siempre quería llevar la guía que tantas veces miraba su mama.
Yo diría que es necesaria una guía, te ayuda mucho, aunque todo el mundo entiende perfectamente el español, es una pena porque así, nunca aprenderemos idiomas, la ley del mínimo esfuerzo.






Leonor, tenia tantas ganas de viajar, que cuando alguien venía a casa se metía dentro de su maleta.
No lleves cosas que no vayas realmente a usar, no merece la pena, pero eso si, no te olvides de llevar calzado comido, y recomiendo NADA de tacones, es imposible caminar por esas calles sin torcerte un tobillo, o sal menos, parecer un pato, porque tienes que ir constantemente controlando el equilibrio.


Camina, y disfruta de la vida diaria, de esa manera tan especial de hablar que tienen, de las calles que se entrelazan, por la que no va todo el mundo.


Nunca veas todo, para tener que volver....


Al fin, la mejor manera de viajar es sentir.

Al fin, la mejor manera de viajar es sentir.
Sentirlo todo de todas las maneras.
Sentirlo todo excesivamente,
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas,
y toda la realidad es un exceso, una violencia,
una alucinación extraordinariamente nítida
que vivimos todos en común con la furia de las almas,
el centro al que tienden las extrañas fuerzas centrífuga
que son las psiques humanas en su armonía de los sentidos.

Cuanto más sienta, cuanto más sienta como varias personas,
cuanto más personalidades tenga,
cuanto más intensamente, estridente, las tenga,
cuanto más simultáneamente sienta con todas ellas,
cuanto más unificadamente diverso, dispersamente atento,
esté, sienta, viva, sea,
más poseeré la existencia total del universo,
más completo seré a lo largo del espacio entero.
....

Fernando Pessoa